Esta crítica o reseña, que aún no sé del todo que es, la considero especial. ¿Por qué? Simplemente por el director, un director surcoreano, Park Chan-wook, que me encanta su cine, plenamente en terreno norte americano. Obviamente esta película no la podía dejar pasar y la miraría detalladamente con ojo clínico, pero sin dejar de disfrutarla.
Estimado lector, te aviso des de un buen principio, que tengo debilidad por este director. Con su película Old Boy (2003) me quedé prendado del cine oriental, sobre todo del surcoreano: ninguna de sus películas logra que me quede indiferente. Me tienen fascinado con su manera de hacer cine: es completamente diferente, están a otro nivel, un mundo completamente a parte del nuestro. De este director recomiendo ver su trilogía de la venganza; compuesta por: Sympathy for Mr. Vengance (2002), Old Boy (2003) y Sympathy For Lady Vengance (2005), y la interesante Soy un Cyborg (2006), no tienen desperdicio. Todas sus películas vienen dotas de un punto macabro muy interesante, obviamente en diferentes medidas. Así pues, al hacer este salto el director en el mundo de Hollywood pues despierta curiosidad la verdad.
A parte del director, la cinta tiene otros alicientes muy suculentos, como los actores: a Mia Wasikowka, la actriz tarada protagonista, Matthew Goode, el inquietante perturbador pero atractivo tío y a la explosiva Nicole Kidman, la inestable madre: toda una MILF en este film. Y sin comentar que el guión viene de la mano de Wentworth Miller, más conocido como Michael Scofield en la serie de Prison Break (2005-2008). Realmente no es una película que vaya pasar desapercibida: y menos aún después del tráiler.
En resumen estamos ante una película profunda, densa, inteligente, macabra,
una obra que no se puede dejar escapar.
Obviamente miedo me daba Chan-wook
en este tipo de cine, pues no hay que
dejar al olvido que es una colaboración con Hollywood. Así pues este el thriller y el drama familiar se
mezcla para darnos una especie de terror psicológico que navega entre el cine de culto y el comercial, y que trata de atraer a un público amplio.
Eso sí el director junto con su director de fotografía, Chung-hoon Chung, abordan de su talento la cinta haciendo
que disfrutemos de un cine maravilloso: toda la herramienta visual, metáfora
visual, el trabajo de las luces y las sombras, la insinuación, a la
sensualidad, a la música y la psicología de cada personaje. Todo es espectacular y simplemente para
explicarnos el paso a la madurez de la protagonista.
Nada más empezar la cinta ya me atrapó con sus títulos iniciales,
son increíbles, nada del otro mundo, no son espectaculares, pero se adaptan perfectamente al film y captan tu
atención a la perfección. Además no
son simplemente estéticos nos sirven para explicarnos los puntos fundamentales:
nuestra protagonista cumple los dieciocho años y es cuándo empezará y deberá
aceptar su propia identidad: su adolescencia, el paso de niña a mujer. Y todo este cambio empieza al final de los títulos
de crédito cuando nos enseñan con un plano cenital como se apagan, el
detonador del inicio del cambio.
Un aplauso a la opera prima Wentworth Miller como guionista y esta
deducción solo con ni ver la primera parte del film.
La peli es densa en algunos momentos, lo voy a negar: yo
pensaba que me dormiría, pero no. La película, su trama logra atraparte sutilmente, en muchos momentos parece
tener la esencia de los mejores films del rey del misterio, Hitchcock. El
director tiene todo calculado y planificado para mantener la inquietud y la
intriga: movimientos de cámara, planos, imágenes subjetivas, profundidad de
campo, metáforas, los efectos de sonido y la puesta en escena. Todo esto hace que el espectador pueda
meterse al 100% en la historia. Y para la cereza del pastel otra vez sale
el guion haciendo uso del mejor cine de suspense. Solo mencionar que esta
brillantez al final se va apagando,
los giros de guion y el secreto del film llega a un punto que queda sobre
explicado y excesivamente para un final de desenlace
rápido y flojo.
Y ahora los actores, obviamente el nivel interpretativo es
brutal. En esta cinta los personajes nos muestran una familia destrozada,
unos seres heridos en su afectividad que desbocan en el barranco de la
violencia, son copias defectuosas que con las nuevas generaciones quieren
alcanzar lo que los padres no consiguieron, tal y como recita Nicole Kidman en
su monologo más increíble del film e incluso en años. Porque una de las cosas
que agradezco mucho de este film es que nos
devuelve la humanidad de la actriz, ya no es una simple muñeca operada, con un registro que hacía tiempo que no
alcanzaba.
Y por
último, quiero destacar una escena que me encantó y estoy seguro que cualquiera
que ha visto el film no lo dejó indiferente. La escena es tremendamente sensual y ocurre cuando ambos
protagonistas tocan el piano. Como es normal y en casi todas las películas del director hay un constante
diálogo entre el erotismo y la muerte, y en Stoker esto se
muestra a la perfección. Además a mí me recordó mucho a la mitología de
Eros y Tánatos, el amor y la muerte, y sin hablar de su concepto psicológico
por Freud: la pulsión de vida contra la pulsión de la muerte, un deseo de abandonar la lucha de la vida y
volver a la quiescencia y la tumba. Y esto lo recrea con una tensión
sensual muy bestia, llegando a un clímax que desemboca en un orgasmo por parte
de la niña dónde demuestra que ya está preparada para la adultez. Acepta la
relación entre la vida y la muerte: cuando uno acepta lo que es y lo que
quiere, está preparada para vivir.
Muy caótico, ¿no? Bueno es
complicado explicar en palabras lo que significa un momento así. Simplemente
hay que verlo y de igual manera la película: es una experiencia que merece la pena los 98 minutos de metraje.
Espero
que os haya gustado esta entrada, muchas gracias por leer y comentad que os ha
parecido la película.
Yippee Ki Yay Motherfcuker.
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